La tercera opción era que él me amaba. El vínculo establecido entre nosotros dos era de los que ni la ausencia ni la distancia ni el tiempo podían romper, y no importaba que el pudiera ser más especial, guapo, brillante o perfecto que yo, él estaba tan irremediablemente atado como yo, y si yo le iba a pertenecer siempre, eso significaba que él siempre iba a ser mío. Me quería de verdad igual que yo a él, para siempre.
Me abrazó suavemente.
- Estoy aquí.
Respiré hondo.
Eso era cierto. Él estaba allí, rodeándome con sus brazos. Podría enfrentarme a cualquier cosa mientras eso no cambiara.
sábado, 26 de junio de 2010
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